Zhuji & Suzhou, 2018.

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Desde chica me llamó mucho la atención la acuarela, era una atracción constante que me llenaba de curiosidad. En mis ganas por aprender la técnica (tiempos pre internet), me iba a la Biblioteca Central a leer y practicar las técnicas descritas en los 3 libros que habían ahí de este maravilloso medio. Tenía muy claro el tipo de trabajo que me gustaba y si bien encontraba aproximaciones en esos libros, me fui por mi sendero tratando de capturar la ‘realidad’ de lo pintado lo más cerca posible. Lo bueno de no estudiar pintura ‘formalmente’ es que nadie me dijo que la acuarela era algo así como un ‘arte menor’, nadie me dijo que no pintara de manera figurativa y mucho menos nadie me dijo que la pintura estaba muerta. En esos tiempos donde mis amigos estudiaban la carrera con la promesa de un futuro brillante, yo, llena de incertidumbre incluso de mi siguiente día, me iba a practicar con mis acuarelas cotman –todo un lujo- a pintar plein air a Coyoacán con el suficiente dinero para el pasaje y si tenía suerte, un café. La pintura se volvió mi medio para subsistir y poco a poco se transformó en mi vehículo para decir, para contar, para soñar. En esos tiempos que se ven tan lejanos ahora, jamás habría imaginado que la pintura me llevaría al otro lado del mundo, y no solamente una, sino ¡cinco veces!

Sigo en mi proceso, siguiendo las corazonadas y voces que indican el camino; dándome cuenta que vivir sin miedos y expectativas es pintar sin expectativas y miedos. Es en esa zona tan volátil pero tan a la mano donde se encuentra la libertad, la cual todos tenemos el chance de poder agarrar.

China es verdaderamente espectacular y no lo digo solamente por los paisajes y ciudades. Los chinos me han permitido conocer y pintar, comer, pasear y hasta bailar con esos geniales pintores de cuya obra me he deleitado por horas primero en libros y revistas y luego en internet, que jamás imaginé que iba a conocer. Los chinos me motivan, inspiran y empujan a ser mejor, no sólo en la pintura sino como persona. Su dulzura y calidez es incomparable, pero sobre todo su humildad y sencillez es inaudita. Cuarenta años han pasado desde su apertura y gracias a las fuerzas del universo que no han adquirido las formas egocéntricas de occidente. Los grandes, verdaderos grandes Maestros son ejemplos absolutos de sencillez, calidez, amabilidad.
En este viaje presenciamos la espectacular inauguración y premiación de la 1er Exposición Universal así como la exposición de líderes IWS en la ciudad de Zhuji. En la siguiente semana se inauguró una muestra internacional de acuarela donde tuve el honor de ser invitada, organizada por Ming Gallery en la hermosa ciudad de Suzhou. No tengo más que palabras de agradecimiento y admiración. Una nación tan sensible al arte, al artista y al maestro de arte, habla maravillas de sí misma.

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